viernes, enero 11, 2019

Los remedios de la cultura y las estrategias de desarrollo local.

Los remedios de la cultura y las estrategias de desarrollo local
Entender la cultura, en su relación con el desarrollo local, resulta mas dificil que el reconocido eslogan que la circunscribe a la lineal fórmula aritmética en la que ocupa un lugar como sumando. Ubicarla en una especia de símbolo idealizado: lo mismo sirve para ser alcanzado o como recurso que permite alcanzar otro algo. Lo cierto es que poco se materializa, cuando se habla de estrategias para alcanzar el  desarrollo, sin una visión cultural clara y bien fundamentada.
Su complejidad hace que se evada, por facilismo unas veces, por desconocimiento otras tantas, la construcción de acciones que definan desde lo cultural el tipo de desarrollo a
que se aspira, o que se omitan, sistemas de indicadores que califican cuánto hay de ello en los logros que alcanzamos.
La cultura, mas alla de la visión reduccionista que la circunscribe a lo artístico literario; o peor aún a una tendencia en que se pretende que lo defina todo. Debe encontrar lugar exacto para proyectar y orientar una tendencia en las estrategias de desarrollo que el país impulsa.
La Reforma Constitucional puesta en marcha y que debe concluir en el mes de febrero, apertura un conjunto de posibilidades que pretenden liberar no solo las fuerzas productivas, sino un conjunto de lastres culturales que ya no encuentran espacio en la sociedad cubana de principios de la actual centuria.
Son marcadas las ideas planteadas en la propuesta de Carta Magna, en términos de derechos ciudadanos, que son el resultado de las necesidades culturales del cubano contemporáneo y que marcan una ruptura con un modelo cultural anclado en las estrategias  de desarrollo que la Revolución promovió diurante seis decadas.
La madurez y capacidad de acomodo del proyecto revolucionario queda suficientemente demostrado cuando rompe, en cierta medida, con el molde que ella misma forjó y que como resultado mas evidente nos deja la sociedad con índices exponencialmente superiores a los encontrados en el momento del enero triunfante. Seguir en una línea discursiva de defensa del ideal socialista, no significa anclarse en los mismos moldes conceptuales de finales del pasado siglo. Es necesario y posible desde una relectura del marxismo que ya tiene 200 años, desde la frescura del pensamiento martiano y la prédica y práctica revolucionaria de Fidel.
En términos culturales, ese modelo de desarrollo, cristalizó una identidad cultural en franco proceso de construcción desde 1868. En medio de las más recias condiciones, “lo cubano” triunfó, se hizo un espacio en las identidades latinoamericanas, cristalizó en Asia y Africa desde un internacionalismo que rayó los signos de la utopía. Se fraguó desde una postura moral a base de una diplomacia honesta. Impuso criterios de firmeza irrestricta cuando Playa Girón dejó de ser un lugar pantanoso para convertirse en expresión concreta de cuánto puede hacerse contra Goliat.
Una concepción del desarrollo que mira hacia el futuro debe ser concreta en lo economico, generar vitalidad en la gestión de nuestras políticas públicas, orientarse desde las necesidades más concretas que refuerzan nuestra identidad y no soslayar acríticamente, por ser ajenas, las aspiraciones que otros modelos culturales nos proveen. No sin razón, Frey Betto nos invita a inventarnos sueños nuevos en cada etapa de nuestro proyecto socialista.
Circunscribir nuestras estrategias de desarrollo solo a lo que puede utilizarse de nuestro patrimonio o cuánto pueden aportar nuestros artistas a los espacios que se reaniman, al crecimiento del turismo, etc.,  resulta un riesgo que el proyecto de socialismo en Cuba o Cubano debe tomarse muy en serio.
El Hombre Nuevo que nos anunciaba el Che Guevara no se fundamenta ni desde la pobreza, ni desde la riqueza material, se fundamenta desde lo moral martiano que tanto defiende Eusebio Leal, cuando arremete contra el irrespeto hacia nuestra Bandera de la Estrella Solitaria, que no puede terminar como enagua que justifica un aporte economico espurio.
La virtud que acompaña nuestros micro, meso o macro empeños empresariales deben tomarse muy en serio una de las virtudes que definen al cubano: su infinita capacidad de solidarizarse, hacer suyas las desdichas de nuestros vecinos y convertirlas en reto que configura su propio proyecto existencial.
Ese rasgo cultural no se asimila desde espacios comodamente remodelados, reconvertidos y reconfigurados desde lo timbirichezco, que proyectan una imagen de impecable belleza y que contrariamente ofrecen descortesía, gusto banal en lo que artísticamente proyectan o desinterés por ofrecer buen trato.
No es suerte fortuita, que bajo el empeño de una voluntad política, recuperemos buena parte de nuestros rostros dañados por la crisis económicade los 90, pero tenemos el deber de no descuidar las esencias culturales que nos caracterizan y que debemos legar para la posteridad.

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